ARMONÍA LOGRADA

Dom Pérignon es un champán añejo único. Cada cosecha es una creación, singular y única, que expresa tanto el carácter del año como el carácter de Dom Pérignon.
Después de al menos ocho años de elaboración en las bodegas, el vino encarna el equilibrio perfecto de Dom Pérignon, la plenitud de la armonía.

2008: UN MILAGRO DE CHAMPÁN

El año 2008 estuvo dominado por cielos grises y nublados, una excepción en una década caracterizada por un sol generoso y audaz.
Cuando comenzó la cosecha, las condiciones climáticas finalmente fueron perfectas: cielos azules y vientos persistentes del norte-noreste.
Las uvas estaban más maduras de lo que nadie se atrevía a esperar, y tenían un equilibrio realmente sobresaliente.
Las vides estaban en perfecto estado de salud. A la acidez, concisión y pureza aromática que se espera de la añada 2008, Dom Pérignon añade profundidad, densidad y complejidad.
La luz es más cálida y menos dura.

NARIZ

El bouquet de apertura es complejo y luminoso, una mezcla de flores blancas, cítricos y piedras. El efecto general se ve reforzado por la frescura del anís y la menta triturada.
Los aromas finales que ofrece el vino comienzan a mostrar notas especiadas, amaderadas y tostadas.

BOCA

Después de un largo período de desgana, el vino finalmente se abre. Hay un completo equilibrio entre la nariz y el paladar.
Su carácter esbelto, minimalista, puro, tonificado y atlético ahora también se expresa con calidez.
La fruta es pronunciada y clara. Destaca la acidez característica de la cosecha, muy bien integrada. Su persistencia es principalmente aromática, gris, ahumada y muy prometedora.

ACOMPAÑAMIENTOS

El vino disfruta de la dualidad: calor y frescura, combinaciones de carne y yodo, cocidos y crudos.
Las especias realzan y acentúan la efervescencia del 2008 y densifican el vino.
Dom Pérignon disfruta de experiencias lúdicas: arte culinario, texturas y temas.

Dom Pérignon lanza la añada 2008, liberándola de una interpretación demasiado literal de los cañones de champán.